Es un proceso complejo, influenciado por múltiples niveles de interacción y contexto, desde la familia y el entorno cercano hasta la sociedad y los medios de comunicación.
La Teoría Ecológica del Desarrollo Humano o Modelo Bioecológico ofrece una perspectiva valiosa para entender cómo estos factores se entrelazan y afectan nuestra percepción corporal.
Familia
La manera en que nuestra madre, y/o figuras de referencia femeninas, hablan de su cuerpo o del cuerpo de otras mujeres influye en nosotras, interiorizamos sus actitudes y sentimientos, reproduciendo sus percepciones en nuestra propia valoración corporal.
En nuestra infancia, la forma en que los familiares responden a nuestras características físicas afecta profundamente cómo nos sentimos sobre nuestro cuerpo.
Es nuestra herencia familiar emocional con respecto a nuestra imagen corporal.
Entorno
Las opiniones y actitudes de nuestro círculo cercano sobre nuestro cuerpo también afectan a cómo nos percibimos.
Comentarios positivos y de apoyo contribuyen a una imagen corporal saludable, mientras que críticas o comparaciones generan inseguridades.
Medios de comunicación y redes sociales
Desde los medios de comunicación y las redes sociales se promueven estándares de belleza por lo general inalcanzables, que juegan un papel crucial en la percepción que tenemos sobres nuestros cuerpos.
Existe una falta de representación de cuerpos diversos, esto nos hace creer que existe un tipo de cuerpo normativo que es al que debemos aspirar, si no, estamos fuera, no somos tan merecedoras de ser amadas o valoradas.
Sociedad
Las mujeres a menudo se encuentran en un estado de autoevaluación continúo midiendo su valor personal según lo que se ajusten a los cánones de belleza predominantes.
Las expectativas sociales sobre cómo «deberíamos» vernos crean una presión constante, un malestar persistente.
En resumen, la relación que desarrollamos con nuestro cuerpo es el resultado de una interacción constante entre influencias familiares, sociales y mediáticas. Desde la infancia, absorbemos actitudes y creencias de nuestro entorno, que determinan cuánto nos valoramos, cuán cómodas nos sentimos en nuestros cuerpos y cuánto tiempo y dinero podemos llegar a gastar por no estar satisfechas con nuestra apariencia.
Reconocer y entender estos factores nos permite cuestionar y, eventualmente, transformar nuestra percepción corporal hacia una más saludable y auténtica.